Siempre se dice que una cesión es como cuando hace 30 y 40 años, los jóvenes se iban a hacer la "mili". De aquel denostado -con razón- servicio militar obligatorio se decía que no había término medio: o te hacía madurar o te hundía más. Con las cesiones de futbolistas muchas veces pasan lo mismo; las hay que son verdaderamente fructíferas y otras que no sirven para nada. Pero en el caso de Dani Vivian (Vitoria-Gasteiz, 5 de julio de 1999) solo se puede decir que su estancia de un año en Miranda de Ebro ha sido más que positiva.

El vitoriano en Anduva ha sido poco menos que capitán general. No en vano, llevando apenas unos meses allí, ejerció de capitán y voz autorizada en aquel vestuario que cumplió con creces el objetivo de salvarse holgadamente. Vivian cumplió con su parte jugando siempre salvo que sanción o el brote de COVID-19 que padeció aquella plantilla en abril lo impidió. En total, 33 partidos, 31 como titular en los que además anotó 2 goles y dio 2 asistencias.

Unas cifras que le garantizaban volver al Athletic con todas las cartas encima de la mesa para ganarse un sitio. Porque aunque pudiese parecer lo contrario, Vivian no tenía el mismo estatus en el día 1 de pretemporada que ahora mismo. Su gran papel en la misma, así como su trabajo hacen que con él, Marcelino eche el candado al centro de la defensa. Peleará por derecho con Iñigo Martínez, Yeray y Unai Núñez por un puesto en ese once. Que comiencen los 'juegos del hambre' en la zaga athleticzale.