Pablo Fernandez posted: " Milwaukee Bucks 123 119 Phoenix Suns Es por todos conocida la importancia que tiene un quinto partido en una serie de Playoffs empatada a dos. Los datos avalan al vencedor de este fatídico encuentro como ganador definitivo. Por eso"
Es por todos conocida la importancia que tiene un quinto partido en una serie de Playoffs empatada a dos. Los datos avalan al vencedor de este fatídico encuentro como ganador definitivo. Por eso la presión y las expectativas, conceptos siameses, estaban por las nubes antes de que se lanzara el balón al sofocante aire de California, áspero como la voz de aquel legendario comentarista de los Celics, Johnny Most.
Lo que iba a pasar después sirvió para confirmar la manida expresión taurina que reza "no hay quinto malo".
Los primeros 12 minutos sirvieron para que los más de 16.000 espectadores que se dieron cita en el Footprint Center consideraran más que amortizada su entrada. Los Suns ofrecieron un recital ofensivo para irse hasta los 37 puntos con un 14/19 en tiros de campo y 5/6 en triples. Además, forzaron 6 pérdidas rivales, las mismas que en todo el cuarto partido. Su esfuerzo coral dio como resultado una renta de 16 puntos con la cual todo el Valle del Sol veía despejarse esas oscuras sombras provenientes de Milwaukee durante la última semana. La actuación de Booker y compañía había electrizado el ambiente.
Entonces llegó el eclipse. En poco menos de 7 minutos del segundo cuarto todo lo que había ido bien para los locales cambió de signo, y los Bucks entraron en un estado que solo puede ser catalogado como de trance; del que no saldrían hasta finalizado el tercer periodo.
Porque lo que hicieron durante esos 24 minutos no encontrará muchos paralelismos en la historia de este deporte. El contexto es el siguiente: un equipo en el que ningún jugador tiene experiencia en las finales de la NBA se encuentra 16 abajo al inicio de un fundamental quinto partido que están jugando como visitantes en una de las pistas más difíciles del mundo. Y los datos, los que siguen: 32/45 en tiros de dos, incluyendo 10 triples en 17 intentos, para sumar 79 puntos. 79 puntos en 24 minutos, con un acierto del 70%. En el partido más importante, con diferencia, de la vida de todos y cada uno de ellos. La hazaña no puede, ni debe, ser encerrada bajo la idea de "carácter" o "equipo", aunque es evidente que son ingredientes básicos de la misma. No debe ni siquiera ser racionalizada. Ha de asumirse como lo que fue, el paso del cometa Halley por el universo NBA, la liberación del Eros implacable de una serie de jugadores centrados- como les enseñó Antetokounmpo mediante el ejemplo- exclusivamente en el presente.
No es menos sorprendente que, a pesar de lo anterior, el último y definitivo periodo abriese con una diferencia en el marcador de 10 puntos. Es decir, una diferencia ni mucho menos definitiva. El responsable, en este caso, es mucho más fácil de identificar, porque tiene nombres y apellidos. Devin Booker. Con 24 añitos el escolta de Míchigan ha conseguido por méritos propios coronarse como una de las -no tantas- superestrellas que hay en la NBA. Su partido volvió a ser grandioso, llegando, de nuevo, a los 40 puntos; pero, sobre todo, respondiendo ataque tras ataque a la mejor versión que se ha visto hasta la fecha del Big 3 de Milwaukee.
Ayer, en efecto, fue un Big 3 en toda regla. Alternando sus momentos de brillantez, equilibrando su aportación y haciendo todo lo que se necesita para ganar un partido de este nivel, Antetokounmpo, Middleton y Holiday sumaron 88 puntos, 20 rebotes y 24 asistencias.
Lo mejor de todo es que lo mejor de todo aún estaba por venir
Una vez los Bucks se pusieron 14 arriba con menos de 9 minuto por jugarse, la suerte parecía echada. Afortunadamente, Chris Paul salió de su mala racha (cuyo origen se remonta al cuarto partido de la serie) para dar, primero, una asistencia a un Bridges que estaba solo en la esquina y anotar, después, un triple liberado que devolvía la ilusión tanto a los aficionados como -sobre todo- a los propios jugadores.
El tira y afloja que siguió a esta secuencia pudo romperse cuando Middleton, con 3:25 en el marcador, lograba un dos más uno complicadísimo contra Crowder (+10). Pero respondió CP3 con su tercer triple de la noche, respaldado inmediatamente por dos tiros libres de Ayton. En la jugada siguiente, Middleton volvió a vestirse de héroe, anotando un triple que devolvía los ocho puntos de ventaja y, ahora sí, sellaba la victoria. ¿Verdad? ¿Verdad?
Pues no. D-Book anotó cinco puntos seguidos. Había partido. 120-117. Antetokounmpo, después de firmar otro partido digno de un dos veces MVP, recibe una falta muy dura. Para él, griego de nacimiento, el baloncesto es el río Estigia y la línea de tiros libres ese maldito talón que otros Aquiles como Wilt Chamberlain o Shaquille O´Neal ya sufrieron en su momento. Falla los dos. A continuación, Chris Paul aprovecha la defensa de Connaughton para volver a anotar, dejando el destino del encuentro en el aire.
Jrue Holiday, a gran nivel toda la noche, no consigue acertar un tiro que hubiese sido definitivo. Phoenix tiene balón para ponerse por delante, algo impensable durante la última hora de partido. Se lo dan, por supuesto, al mejor anotador de entre los presentes: Devin Booker.
Llegamos ahora al momento más importante de esta narración. Habiendo intentado la penetración, Booker se queda sin bote. Mientras intenta buscar una solución, un compañero que haga las veces de salvavida, Holiday le roba el balón. Y mientras inicia raudo el contraataque, de algún lugar de la memoria vuelve a sonar aquella legendaria narración de hace 56 años. "Havlicek stole the ball. Havlicek stole the ball". Solo que Holiday no solo robó la pelota, sino que además dio un pase perfecto que Antetokounmpo convirtió en alley oop para cerrar, ahora sí y definitivamente, el quinto partido.
Milwaukee ganó después de partido para el recuerdo. Pero centrarse en él durante estos próximos días sería darle rienda suelta al ego.
Milwaukee tendrá en la madrugada del miércoles (hora española) la opción de reconquistar el título de la NBA tras aquel anillo de 1971. Pero eso sería centrarse en el futuro, dejarse llevar por el orgullo.
Milwaukee ha puesto el 3-2 en la serie y mañana debe trabajar para seguir mejorando. El reto está en el momento; el tiempo es siempre ahora. Esa es la humildad que les puede abrir las puertas de la gloria.
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